Septiembre 16, Vestido en justicia
Como un padre tiene compasión por sus hijos, así Dios tiene compasión de mí.
A continuación, leeremos el testimonio de Job sobre la manera como él vivió. El mismo Dios dio testimonio de que Job era un hombre justo. Estas palabras me han cautivado tanto que apenas puedo superarlas.
Los oídos que me oían me llamaban bienaventurado, y los ojos que me veían me daban testimonio, porque yo libraba al pobre que clamaba, y al huérfano que carecía de ayudador. La bendición del que se iba a perder venía sobre mí, y al corazón de la viuda yo daba alegría. Me vestía de justicia, y ella me cubría; como manto y diadema era mi rectitud. Yo era ojos al ciego, y pies al cojo. A los menesterosos era padre, y de la causa que no entendía, me informaba con diligencia. (Job 29:11-16)
¿No le parece notable que la justicia de Job no era suya? No hay justicia propia en ningún lado en la Biblia. Job dijo, "Me vestía de justicia, y ella me cubría". Él estaba vestido con una justicia que había recibido de Dios por fe. Este fue el resultado de su rectitud.
El pobre, las viudas y los huérfanos son el centro de la compasión de Dios. Éstas son las personas a quienes Dios tiene en mente cuando Él habla de justicia–las viudas, los huérfanos, el pobre, el ciego, y el enfermo. Podemos medir cuanto de la justicia de Dios tenemos al ver cómo nos relacionamos con este tipo de personas.
Gracias Señor, que tienes tanto amor. Proclamo que el pobre, la viuda y los huérfanos son el centro de la compasión de Dios–y ellos deben recibir mi compasión también. Como un padre tiene compasión por sus hijos, así Dios tiene compasión de mí. Amén.